Leyendas de la Yerba Mate

Conocé las leyendas más conocidas sobre el origen de la Yerba Mate, relatadas por los Guaraníes de generación tras generación.

Leyendas de la yerba mate

El origen de la Yerba Mate está relacionado con grandes leyendas que reflejan la importancia que tiene la planta en nuestra cultura.

La leyenda de la Caá-Yarîi, la diosa protectora de la yerba mate

Cuenta la leyenda que hace años una tribu que se asentaba cerca del arroyo Tabay, decide dejar este lugar para adentrarse en la profundidad del monte.

En el largo recorrido por el monte, un viejo indio, cansado, no podía seguir a su tribu, por lo que decidió abandonar su grupo y refugiarse en la soledad de la selva acompañado de su hermosa hija Yarîi.

Un día, al atardecer, un hombre -que no parecía ser originario de esas tierras- se acercó al hogar del anciano y su hija.

El viejo indio y su hija recibieron muy alegres al hombre, tanto que lo invitaron a quedarse y a compartir la cena con ellos. Esa noche el anciano y la bella Yarîi cocinaron a fuego lento un acutí, una sabrosa carne y tabú -el plato especial de fiesta de los guaraníes-.

El hombre -que era un enviado de los dioses- recompensó a la familia por el cálido recibimiento y la compañía, haciendo brotar en la vera del arroyo Tabay, en medio de la soledad del monte, una nueva planta que sería la fiel compañera de largas horas de soledad y un motivo de unión entre amigos y familiares.

Al despedirse, el hombre -enviado de Tupá- nombró a Yarîi, Diosa protectora, y su padre custodio de la yerba mate, enseñándole a “zapecar” sus ramas al fuego y a preparar la amarga y exquisita infusión que se convertiría en bebida tradicional de toda la región.

Leyenda de Yasi y Araí

Una tarde la Luna -Yasi- y Nube -Araí-, decidieron bajar y confirmar lo que hablaba el sol, aquello que se escondía más allá de la copas de los arboles.

Una vez en la tierra, convertidas en mujeres, Yasí y Araí caminaron entre los gigantes arboles, jugaron con cada pequeño animal que se escurría entre sus piernas, hasta treparon sin descanso las fuertes lianas del monte.

Pasado un largo tiempo, se sentaron en la base de un árbol para retomar fuerzas. De repende, un viejo guaraní interrumpió la tranquilidad de Yasí y Araí para espantar y ahuyentar a un yaguareté que se acercaba lentamente hacia las jovenes.

Esa noche, mientras el viejo guaraní dormía en su hamaca, tuvo un sueño revelador. Vió a Yasí y Araí que le decían:

– Mañana cuando despiertes en la puerta de tu casa, vas a encontrar una planta nueva llamada Caá que tiene la virtud de acercar los corazones y ahuyenta la soledad.

– Debes tomar unas cuantas hojas de Caá, tostarlas, moler sus hojas, servirla con agua y compartir con tu gente. Este es nuestro regalo y agradecimiento por la amistad que nos demostraste, a dos desconocidas.

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